Pescara Electronic Artists Meeting

(Italiano in giù)

Andrea Gabriele, in memoriam

(No olvidéis, por favor, que todo esto era antes de internet, por lo que para hablar con un desconocido no había más remedio que acercarse a él.)[1]

DRAMATIS PERSONAE: Andrea Gabriele, Andrea Di Cesare, Catia Verna, Debora Di Renzo, Fabio Ragonese, Francesca Colasante, Lele Luchetti, Luigi Pagliarini, Massimo Coscia, Massimiliano Chiavaroli, Marco Antonini, Marita Cosma, Massimiliano Leggieri, Nadia Miriello, Nilo Casares, Rino Garzarelli, Sara Marzari, Tamara Cipriani.

OPUS: PEAM, Pescara Electronic Artists Meeting.

LOCUS: Café Ecoteca, corazón de los encuentros.

DATE: 2003, 2004, 2005, 2006.

Las personas no son las cosas, pero sin aquellas estas resultan imposibles. El PEAM fue una sucesión de encuentros entre artistas, músicos, arquitectos, escritores, programadores, comisarios, autodidactas, aficionados y otras gentes que, en torno al café Ecoteca de Pescara, configuraron un lugar de intercambio en el que todo era expuesto a la más severa reflexión. Tiempos de distribución P2P efervescente, igualdad entre los polos asumida por todas las partes, en los que el PEAM se desarrolló como un encuentro entre pares, sin más protocolos añadidos; surgió así con entera naturalidad, porque tal era el espíritu de época, de esa manera se vivió y cuando las condiciones de distribución por nichos de mercado, como también podríamos calificar a la Web 2.0, se vieron consolidadas, el PEAM hizo mutis de la misma manera que había llegado; sin más aviso que renunciar a continuar con un esfuerzo que, sobre todo, recaía en el café Ecoteca.

Si pienso en cuándo discurrió el PEAM, descubro que estuvo en el filo entre la vieja internet 1.0, porque ninguno de los participantes contábamos con servicios gratuitos de explotación del usuario, y la anquilosada Web 2.0, en manos de empresas de tráfico de influencias (datos personales), donde los usuarios dejaron de ser prosumidores,[2] para instalarse en esa condición de esclavos 2.0 con que se pavonean hoy. El lector debe tener presente que la mayor parte de los analistas, quien escribe entre otros, considera el año 2004 como fiel entre ambos modos de ver las conexiones globales; en tiempos del PEAM, una de las discusiones más encarnizadas era adónde nos conducirían unas redes que ya no dependían de tu pericia para levantar a pulso, tecleando código, tu sitio web, en favor de empresas que te apretaban con plantillas que impedían tu movimiento por la Red como siempre lo habías hecho: a fuerza de intuición, perversiones de código, gazapos y mil errores más. Desaparecido el error, porque ya solo te desplazabas en medio de matrices pautadas que abarataban la producción de sitios, en la misma medida en que los banalizaban, ¿qué sería del mundo en que se estaban desarrollando todas las artes electrónicas que allí se concitaban? Corrían versiones de todo tipo, desde las más escépticas, entre las que me encuentro, a otras más entusiastas, que, si bien consideraban el problema, no se alarmaban. Sin embargo, lo que nadie previó aquellos días fue la proliferación de bulos que llegarían a convertir las redes sociales en una ciénaga a evitar por el hedor que exudan.

Al principio, el bulo fue un recurso artístico más, para inventar autorías, atribuciones erróneas, y muchos otros juegos borgesianos que nos hacían disfrutar a todos,[3] pero hoy el bulo solo tiene la clara intención política de manipular a los esclavos 2.0 y constreñir su voto.

La primera vez que tuve noticia literaria de estas cosas, piense quien lee que también yo lo hago con curiosidad y me asomo a la literatura como fuente de placer sin conocimientos históricos de ningún tipo; decía que la primera vez que supe de esos usos fue con Flavio Josefo, quien en su autobiografía, que es una justificación de sus andanzas políticas en nuestro primer siglo, detalla los entresijos del uso del bulo, rumor o manipulación de la verdad, con fines políticos.[4] Hoy, por la sucesión de los acontecimientos políticos, ya nadie lo duda; tanto España cuanto Italia viven días de luto a este respecto.

En Italia, Pescara es una ciudad extraña para un foráneo porque, debido a los estragos causados por la invasión aliada para liberar al país del fascismo, casi solo conserva una de sus calles antiguas, donde tuvo la suerte de nacer Gabriele D’Annunzio, excelso esteta decadente que alegró a Europa con sus cosas, íntimo amigo de Filippo Tommaso Marinetti, el primer futurista, y ambos compadritos del exsocialista Benito Mussolini, de manera que era una ciudad con una vinculación futurista inexcusable, que para mí la dotaba de un atractivo enorme y me explicaba muchas de las cosas que se cocían al amparo de estos encuentros; que al ser arbitrados por gente del mundillo resultaban siempre a corazón abierto y sin cortapisas. Era, como lo recuerdo, el mejor contexto, y he participado en muchos, para el intercambio de conocimiento, de enorme estímulo personal como ocurre siempre que pones rostro y mirada; porque, no olvide el lector, estábamos en los albores de la Web 2.0, del atrapamoscas en que se convirtió una Red que siempre creímos expansiva y devino colmenar de secano. Si este texto comienza con una reflexión de Jaron Lanier sobre el mundo preinternético que vivió cuando era un quinceañero, que le empujaba a salir a la calle para contar sus logros; con la internet 1.0 todavía sentíamos la necesidad de tropezar físicamente unos con otros, compartir mesa en interminables discusiones generadas en el café Ecoteca transformado en LowTech MediaLab, porque si algo caracterizaba esos encuentros era la decidida apuesta por el Do It Yourself, que se enmendaba con un ¿me puedes ayudar? o ¿cómo lo hiciste?, cuando no sabías apañártelas por ti mismo. El empeño en jugar todas las cartas a la baza de la creatividad frente al exceso de recursos, típicamente primermundista de las universidades norteamericanas, se dio desde el primer día y eso convirtió al PEAM en un encuentro muy permeable a los artistas latinoamericanos y españoles que se sentían como pez en el agua, fuera de las cifras abrumadoras de inversión tecnológica en que se movían festivales como ArtFutura,[5] puritito alarde de FX (efectos especiales), muy lejos del alcance de los mortales; lo que hermana al PEAM con nuestra asociación EX, y carga de sentido que recojamos el testigo de sus logros.

Intento recordar cosas de las que fui testigo en el PEAM y me asalta la tristeza de ver cerrar la Gallery 9 del Walker Art Center de Minneapolis, dirigida por Steve Dietz,[6] entiéndase bien, desde el PEAM, en su primer año, supimos del cierre de ese importante impulsor del net.art, algo que nos conmovió y produjo un revuelo de firmas en favor de su director que no sirvió para nada. Sigo recordando, y en el PEAM tuve mis primeros encuentros con Second Life y sus posibilidades artísticas,[7] un mundo con el que, dada mi impericia con los videojuegos y el lastre de mi dislexia, nunca pude llevarme bien y para el que siempre tuve que recurrir al auxilio de otros. También presencié los inicios de las criptomonedas; antes de oír hablar del bitcoin, en el PEAM ya se hablaba de ellas y del blockchain para preservar unas transacciones seguras al margen de una Red que estaba constantemente a la escucha de tus pasos, porque si algo teníamos claro los del net.art es que los sistemas de computación lo eran de control, tal y como Paul Virilio nos había aclarado que era el ciberespacio.[8] Vi a la gente fabricarse sus propios portátiles que trasladaban en maletines de madera de principios del siglo veinte, de la misma manera que asistí a enriquecimientos de Inteligencia Artificial en obras de arte electrónico, así como a mucha robótica elevada a arte; sucedieron tantos intercambios y más enseñanzas que me hacen guardar del PEAM, del café Ecoteca y de sus gentes, el mejor recuerdo.


[1] LANIER, JARON (2017), El futuro es ahora. Un viaje a través de la realidad virtual, traducido por PÉREZ SÁNCHEZ, MARCOS (2019), Barcelona, Debate, 69.

[2] (…), lo que yo llamo el auge del prosumidor. La civilización de la tercera ola trae consigo la reaparición de un enorme sector económico basado en la producción para el uso, en lugar de la producción para el intercambio, un sector basado en la idea de hacerlo por uno mismo, en vez de hacerlo para el mercado. TOFFLER, ALVIN (1980), La tercera ola, traducido por MARTÍN, ADOLFO (1980), Barcelona, Plaza & Janés, 345.

[3] En España conocemos bien la obra de Jorge Luis Borges, pero como sé que esto será leído en Italia, recojo este breve fragmento para comprender la referencia: Debo a la conjunción de un espejo y de una enciclopedia el descubrimiento de Uqbar. El espejo inquietaba el fondo de un corredor en una quinta de la calle Gaona, en Ramos Mejía; la enciclopedia falazmente se llama The Anglo-American Cyclopaedia (New York, 1917) y es una reimpresión literal, pero también morosa, de la Encyclopaedia Britannica de 1902. BORGES, JORGE LUIS (1968) «TLÖN, UQBAR, ORBIS TERTIUS» en Nueva antología personal, (1983) Barcelona, Bruguera, 94. Así comienza el cuento en el que más adelante sabremos que ni existe tal enciclopedia, ni el propio Uqbar, ni, por supuesto, lo que se cuenta.

[4] Sirva esto para ubicar al lector.

Se había difundido el rumor por toda Galilea de que yo iba a entregar la región a los romanos, y los ánimos de todos estaban exaltados y exigían para mí un castigo (…) Quien más los alentaba era el hijo de Safias, Jesús, entonces arconte de Tiberias, hombre perverso, con carácter para promover fuertes intrigas, provocador de disensiones y revolucionario como no había otro (…)

Más adelante, aquellos magnates de la corte del rey que habían venido a pedirme asilo no merecían estar vivos, puesto que no querían adaptarse a las costumbres de quienes los acogían como refugiados; los acusaban de hechiceros y de colaborar con los romanos. El pueblo se dejó convencer fácilmente, engañado por las palabras persuasivas de aquellos que solo intentaban conseguir su favor. (…)

Y aún después, El rey Agripa, al saber que era falso el rumor que se oía sobre Filipo (corría el bulo de que se había hecho jefe de los judíos en la lucha contra los romanos) envío a algunos jinetes para que escoltaran a Filipo hasta Beritos. JOSEFO, FLAVIO (circa 100), «Autobiografía» en Autobiografía, Sobre la antigüedad de los judíos (Contra Apión), traducido por SPOTTORNO DÍAZ-CARO, Mª VICTORIA, Madrid, Alianza Editorial, 54, 58 y64.

[5] https://www.artfutura.org

[6] http://gallery9.walkerart.org

[7] https://secondlife.com

[8] Norbert Wiener temía ya, en 1952, que la cibernética, de la que es uno de sus inventores junto a Alan Turing y Claude Shannon, pudiera convertirse en una amenaza para la democracia. La atómica es una gran revolución, la informática también, y los hombres que acabo de citar son conscientes, sin embargo, de que se puede llegar al control total de las poblaciones utilizando la informática y la robótica, sin la garantía política que se impone. Recordemos que la cibernética —del griego kubernana: «dirigir»— trata procesos de mando y comunicación entre los hombres y las máquinas. VIRILIO, PAUL (1997), El cibermundo, la política de lo peor, traducido por POOLE, MÓNICA, Madrid, Cátedra, 34, s.

nilo casares

comisario crítico de arte

http://comisario.net

Descárgate la programación completa del PEAM aquí


Andrea Gabriele, in memoriam

(Non dimenticate, per favore, che tutto questo era prima di Internet, dunque per parlare con uno sconosciuto non c’era altro modo che avvicinarlo.)[1]

DRAMATIS PERSONAE: Andrea Gabriele, Andrea Di Cesare, Catia Verna, Debora Di Renzo, Fabio Ragonese, Francesca Colasante, Lele Luchetti, Luigi Pagliarini, Massimo Coscia, Massimiliano Chiavaroli, Marco Antonini, Marita Cosma, Massimiliano Leggieri, Nadia Miriello, Nilo Casares, Rino Garzarelli, Sara Marzari, Tamara Cipriani.

OPUS: PEAM, Pescara Electronic Artists Meeting.

LOCUS: Caffé Ecoteca, cuore degli incontri.

DATE: 2003, 2004, 2005, 2006.

Le persone non sono le cose, per altro senza le prime le ultime risulterebbero impossibili. Il PEAM fu una successione di incontri tra artisti, musicisti, architetti, scrittori, programmatori, curatori, autodidatti, patiti e altre persone che, attorno al caffè Ecoteca di Pescara, configurarono un luogo di scambio nel quale tutto era sottoposto alla più severa riflessione. Tempi di effervescenza della distribuzione P2P, uguaglianza fra i due estremi accettata da parte di tutti, nei quali il PEAM si sviluppò come incontro tra pari, senza ulteriori protocolli; emerse così con totale naturalezza, perché tale era lo spirito dell’epoca, in quel modo lo si visse e quando le condizioni di distribuzione per nicchie di mercato, come anche la web 2.0, si furono consolidate, il PEAM uscì di scena nello stesso modo con cui si era presentato; senz’altro avviso che rinunciare a continuare con uno sforzo che ricadeva principalmente sul caffè Ecoteca.

Se penso a quando si sviluppò il PEAM, scopro che era sul filo tra la vecchia Internet 1.0, perchè nessuno dei partecipanti potevamo contare su servizi gratuiti di sfruttamento dell’utente, e la anchilosata Web 2.0, in mano a aziende di traffico di influenze (dati personali), dove gli utenti smisero di essere prosumatori,[2] per installarsi in quella condizione di schiavitù 2.0 nella quale si pavoneggiano attualmente. Il lettore deve tenere presente che la maggior parte degli analisti, chi scrive tra gli altri, considera l’anno 2004 come fedele ai due modi di vedere le connessioni globali; ai tempi del PEAM, una delle discussioni più feroci era dove ci avrebbero condotto delle reti che non dipendevano più dalla tua abilità di tirar su a mano libera, scrivendo codice, la tua pagina web, in favore di aziende che, forzandoti verso i loro modelli, ostacolavano il tuo movimento per la Rete come lo avevi sempre fatto: a forza di intuizioni, perversioni di codice, inciampi e altri mille errori di ogni tipo. Scomparso l’errore, perché oramai ti muovevi solo all’interno di matrici prestabilite che menomavano la produzione di siti web, allo stesso modo di quanto li banalizzavano, che cosa ne sarebbe stato del mondo in cui si stavano sviluppando tutte le arti elettroniche che proprio la si stavano riunendo? Si aggiravano versioni di ogni tipo, dalle più scettiche, tra le quali la mia, ad altre più entusiastiche, che sebbene considerassero il problema non gridavano all’armi. D’altra parte ciò che nessuno prevedeva in quei giorni fu la proliferazione di frottole che sarebbero arrivate a trasformare le reti sociali in una palude da evitare per il suo odore disgustoso.

All’inizio la beffa fu un espediente artistico tra i tanti, per inventare false paternità, attribuzioni erronee, e molti altri giochi borghesi che ci dilettarono tutti,[3] però oggi  la menzogna ha solo la chiara intenzione politica di manipolare gli schiavi 2.0 per dirigere il loro voto.

La prima volta che ebbi notizia letterarie di queste cose – il lettore sappia che anch’io lo faccio con curiosità e mi affaccio alla letteratura come fonte di piacere scevro da conoscenze storiche di alcun tipo – dicevo che la prima volta che venni a sapere di questi usi fu con Flavio Josefo, che nella sua autobiografia, la quale si pone come una giustificazione delle sue scelte politiche nel nostro primo secolo, dettaglia le complessità dell’uso della menzogna, diceria o manipolazione della verità, a fini politici.[4] Oggi, per la successione degli avvenimenti politici, nessuno ne dubita più; sia Spagna che Italia vivono giorni di lutto a questo riguardo.

In Italia, Pescara è una città strana per un forestiero perché, a causa delle devastazioni causate dall’invasione alleata per liberare il paese dal fascismo, conserva quasi solo una delle sue vie antiche, dove ebbe la fortuna di nascere Gabriele D’Annunzio, eccelso esteta decadente che rallegrò l’Europa con le sue cose, intimo amico di Filippo Tommaso Marinetti, il primo futurista, e ambedue amichetti dell’ex socialista Benito Mussolini, rendendola quindi una città con una spietata vocazione futurista, che mi produceva un’attrazione enorme e mi spiegava molto di ciò che si cucinava sotto il tetto di questi incontri; i quali essendo arbitrati da persone dell’ambiente risultavano sempre a cuore aperto e senza restrizioni. Era, per come io lo ricordo, il miglior contesto, ed ho preso parte a innumerevoli, per lo scambio di conoscenze, un enorme stimolo personale come sempre quando ci metti sia la faccia che lo sguardo; anche perchè, non si dimentichi chi legge, ci trovavamo agli albori della Web 2.0, della carta moschicida nella quale si stava trasformando una Rete che avevamo sempre ritenuto espansiva e divenne invece un alveare disseccato. Se questo testo inizia con una riflessione di Jaron Lanier sul mondo pre-internetico che visse quando era quindicenne, che lo spingeva a uscire per strada per raccontare i suoi successi; con internet 1.0 sentivamo ancora il bisogno di imbatterci gli uni sugli altri, sederci a tavoli con interminabili discussioni generate nel caffè Ecoteca, transformato in LowTech MediaLab, perchè se qualcosa caratterizzava quegli incontri era la esplicita scommessa sul Do It Yourself, che si perfezionava con un mi puoi aiutare? o come ci sei riuscito?, quando non sapevi cavartela da solo. L’impegno di giocarsi tutte le carte alla partita della creatività rispetto all’eccesso di risorse, tipicamente primo-mondista delle università americane, si manifestò fin dal primo giorno e ciò trasformò il PEAM in un incontro molto permeabile verso gli artisti latino-americani e spagnoli che si sentivano perfettamente a loro agio, fuori dalle cifre travolgenti dell’investimento tecnologico su cui si lanciavano i festival come ArtFutura,[5] pura spavalderia di FX (effetti speciali), molto lontani dalla portata degli esseri mortali; ciò accomuna il PEAM con la nostra associazione EX, e rafforza significato di raccogliere l’eredità dei suoi risultati.

Cerco di ricordare cose di cui fui testimone nel PEAM e mi attanaglia la tristezza di veder chiudere la Gallery 9 del Walker Art Center di Minneapolis, diretta da Steve Dietz,[6] intendiamoci, dal PEAM, al suo primo anno, sapemmo della chiusura di quell’importante propulsore del net.art, questo ci commosse e produsse un polverone di firme in favore del suo direttore che non servì a nulla. Continuo a ricordare, e nel PEAM ebbi i miei primi contatti con Second Life e le sue possibilità  artistiche,[7] un mondo con il quale , data la mia imperizia con i videogiochi e la zavorra della mia dislessia, mai riuscì ad andare d’accordo e per il quale dovetti sempre ricorrere all’ausilio altrui. Presenziai anche agli inizi delle criptomonete; prima di sentir parlare dei bitcoin, nel PEAM se ne parlava già e del blockchain per preservare delle transazioni sicure al di fuori di una Rete che ascoltava costantemente tutti i tuoi passi, perché se noi del net.art avevamo qualche certezza era che i sistemi di computazione fossero sistemi di controllo, proprio come Paul Virilio ci aveva chiarito in che cosa consistesse il ciberspazio.[8] Vidi persone fabbricare i suoi propri portatili che trasportavano dentro a valigette di legno di inizio ventesimo secolo, allo stesso modo in cui ho assistito ad arricchimenti di Intelligenza Artificiale su opere d’arte elettronica, oltre a molta robotica elevata allo stato di arte; accaddero tanti scambi e ancor più insegnamenti che mi fanno conservare del PEAM, del caffè Ecoteca e delle sue persone, il più grato ricordo.

Traduzione di Lele Luchetti & Luigi Pagliarini


[1] LANIER, JARON (2017), El futuro es ahora. Un viaje a través de la realidad virtual, traducido por PÉREZ SÁNCHEZ, MARCOS (2019), Barcelona, Debate, 69.

[2] (…), lo que yo llamo el auge del prosumidor. La civilización de la tercera ola trae consigo la reaparición de un enorme sector económico basado en la producción para el uso, en lugar de la producción para el intercambio, un sector basado en la idea de hacerlo por uno mismo, en vez de hacerlo para el mercado. TOFFLER, ALVIN (1980), La tercera ola, traducido por MARTÍN, ADOLFO (1980), Barcelona, Plaza & Janés, 345.

[3] In Spagna conosciamo bene l’opera di Jorge Luis Borges, però essendo cosciente che questo verrà letto in italia, raccolgo questo breve frammento per comprendere il riferimento: Debo a la conjunción de un espejo y de una enciclopedia el descubrimiento de Uqbar. El espejo inquietaba el fondo de un corredor en una quinta de la calle Gaona, en Ramos Mejía; la enciclopedia falazmente se llama The Anglo-American Cyclopaedia (New York, 1917) y es una reimpresión literal, pero también morosa, de la Encyclopaedia Britannica de 1902. BORGES, JORGE LUIS (1968) «TLÖN, UQBAR, ORBIS TERTIUS» en Nueva antología personal, (1983) Barcelona, Bruguera, 94. Cosi comincia il racconto nel quale più avanti scopriremo che non esiste affatto tale enciclopedia, neanche lo stesso Uqbar, neanche, naturalmente, ciò che si racconta.

[4] Sia di aiuto per situare il lettore.

Se había difundido el rumor por toda Galilea de que yo iba a entregar la región a los romanos, y los ánimos de todos estaban exaltados y exigían para mí un castigo (…) Quien más los alentaba era el hijo de Safias, Jesús, entonces arconte de Tiberias, hombre perverso, con carácter para promover fuertes intrigas, provocador de disensiones y revolucionario como no había otro (…)

Più avanti, aquellos magnates de la corte del rey que habían venido a pedirme asilo no merecían estar vivos, puesto que no querían adaptarse a las costumbres de quienes los acogían como refugiados; los acusaban de hechiceros y de colaborar con los romanos. El pueblo se dejó convencer fácilmente, engañado por las palabras persuasivas de aquellos que solo intentaban conseguir su favor. (…)

Ancora più avanti, El rey Agripa, al saber que era falso el rumor que se oía sobre Filipo (corría el bulo de que se había hecho jefe de los judíos en la lucha contra los romanos) envío a algunos jinetes para que escoltaran a Filipo hasta Beritos. JOSEFO, FLAVIO (circa 100), «Autobiografía» en Autobiografía, Sobre la antigüedad de los judíos (Contra Apión), traducido por SPOTTORNO DÍAZ-CARO, Mª VICTORIA, Madrid, Alianza Editorial, 54, 58 y64.

[5] https://www.artfutura.org

[6] http://gallery9.walkerart.org

[7] https://secondlife.com

[8] Norbert Wiener temía ya, en 1952, que la cibernética, de la que es uno de sus inventores junto a Alan Turing y Claude Shannon, pudiera convertirse en una amenaza para la democracia. La atómica es una gran revolución, la informática también, y los hombres que acabo de citar son conscientes, sin embargo, de que se puede llegar al control total de las poblaciones utilizando la informática y la robótica, sin la garantía política que se impone. Recordemos que la cibernética —del griego kubernana: «dirigir»— trata procesos de mando y comunicación entre los hombres y las máquinas. VIRILIO, PAUL (1997), El cibermundo, la política de lo peor, traducido por POOLE, MÓNICA, Madrid, Cátedra, 34, s.

nilo casares

curatore crítico d’arte

http://comisario.net

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